Dejando el pasado atrás y siguiendo hacia delante

Escrito por el 14/03/2022

No permitamos que el dolor, el rencor, lo que no recibimos, lo que perdimos, los pecados y errores pasados nos paralicen en nuestro caminar cristiano.

Hay momentos donde meditamos en muchas cosas que nos hemos propuesto pero no hemos logrado, cosas que esperábamos y no hemos recibido, luchas y pruebas que no han cesado; todas estas cosas podrían desalentarnos, sin embargo en la Palabra de Dios podemos encontrar la luz y el impulso que necesitamos para seguir corriendo la carrera que tenemos por delante.

Recordemos siempre, que estamos en las manos de un Dios y Padre que es soberano y no está jugando con nosotros, cada cosa que Él permite en nuestras vidas está formándonos para aquello que Él nos escogió, nos está santificando y transformando cada día más a la imagen de Su Hijo y esta transformación es constante y creciente, continúa hasta el último día de nuestras vidas en el que podremos ver a nuestro Salvador cara a cara.

Es asombroso leer al apóstol Pablo en Filipenses 3:12-14,  considerando las maneras extraordinarias como Dios lo usó a lo largo de su ministerio: “No que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante,  prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”

Pablo reconocía que todavía no había alcanzado todo aquello para lo cual había sido escogido por Cristo, que no era perfecto, pero no se conformaba, debía seguir corriendo y si estas palabras vienen del apóstol Pablo, cuánto más tú y yo debemos procurar seguir avanzando…

Olvidando lo que quedó atrás

Esto no significa que no recordaremos más las cosas que nos han ocurrido en la vida, sino que no dejaremos que nos mantengan atados para no seguir hacia adelante. No permitamos que el dolor, el rencor, lo que no recibimos, lo que perdimos, los pecados y errores pasados nos paralicen en nuestro caminar cristiano. Hemos sido acogidos por un Salvador que nos ha limpiado y nos ha hecho nuevos y que es todopoderoso para sanar nuestras heridas, dándonos la capacidad de perdonar y pedir perdón y que usa aún lo malo que nos ocurre para un propósito bueno y santo. Tampoco aquellas cosas buenas que hayamos logrado son pretexto para quedarnos estáticos, pues hay mucho más por alcanzar en el Señor.

Y extendiéndonos hacia lo que está delante

Nuestro Dios es infinitamente grande, tenemos todas nuestras vidas para seguir conociéndole e ir de Su mano hacia todo lo que ha trazado para nosotros desde antes de la fundación del mundo. Acerquémonos más a Él por medio de la oración y de escudriñar Su Palabra, sirvámosle más, involucrémonos más en nuestra iglesia local, revistámonos de toda la armadura de Dios para resistir y permanecer firmes en esta batalla espiritual (Efesios 6:10-18), corramos hacia una mayor madurez cristiana.

Mi amado hermano, en este caminar no hay atajos, necesitamos accionar, Dios nos ha provisto todo lo que necesitamos para la vida y la piedad (2 Pedro 1:3) y en dependencia Suya debemos procurar ejercitarnos en las disciplinas espirituales para que cual atleta podamos correr con los ojos puestos en la meta y resistir hasta el final. Y cuando creamos que ya hemo hecho suficiente y que hemos alcanzado todo el crecimiento que podríamos alcanzar, recordemos, así como Pablo que ¡el marco de referencia es Cristo! Y una vez terminemos nuestra carrera, Él mismo nos recibirá diciendo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.” (Mateo 25:23).

Y quisiera concluir citando Hebreos 12:1-3 (NTV):

“Por lo tanto, ya que estamos rodeados por una enorme multitud de testigos de la vida de fe, quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante. Esto lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe. Debido al gozo que le esperaba, Jesús soportó la cruz, sin importarle la vergüenza que esta representaba. Ahora está sentado en el lugar de honor, junto al trono de Dios. Piensen en toda la hostilidad que soportó por parte de pecadores, así no se cansarán ni se darán por vencidos.”

Recibe ánimo y fortaleza en el Señor y que puedas correr con gozo y esperanza todos los días de tu vida, sostenido de la mano Tu Padre celestial.

Escrito por:

Keyla Marie Ramírez de Musa. Puedes seguirla en Instagram 

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