La llenura del Espíritu Santo.

Escrito por el 18/05/2018

Ser lleno del Espíritu, entonces, no es otra cosa que ser controlado por el Espíritu que mora en nosotros.

“Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu,” (Efesios 5:18)

Al tratar con este asunto es sumamente importante que recordemos que el Espíritu Santo no es una sustancia o una influencia; no se trata de un gas o un líquido o un poder, sino de una Persona, la tercera Persona de la Trinidad que viene a morar en la vida de todo creyente desde el instante mismo de la conversión.

Dice el apóstol Pablo en Rom. 8:9 que “si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de El”.  El Espíritu Santo mora en todos los cristianos, y no viene a nosotros por parte, sino como una Persona completa. Cuando una persona viene de visita a nuestra casa no viene en pedazos.  O está o no está.  Y con el Espíritu es exactamente igual.

No es que al convertirnos se nos da un poco del Espíritu, y luego, si cumplimos ciertas condiciones se nos da más y más, hasta que finalmente somos llenos, no.

Algunas personas tienen el Espíritu Santo (todos los cristianos) y otros no lo tienen (los que no son cristianos). Comp. Jn. 14:16-18.  Aunque Cristo ascendió a los cielos Sus discípulos no han quedado huérfanos, porque el Espíritu Santo ha venido a morar en sus corazones.  Todo lo que Cristo fue para los creyentes mientras estuvo en la tierra, el Espíritu lo es ahora para todos los cristianos.

Sin embargo, es a un grupo de creyentes a los que Pablo exhorta en Ef. 5:18 a ser llenos del Espíritu.  El Espíritu mora en todo cristiano, pero no todos los cristianos son llenos del Espíritu.

¿Qué significa ser llenos del Espíritu Santo?  Muchas veces la Escritura usa la expresión “ser llenos de” para señalar la condición de alguien que está siendo controlado por algo.

Por ejemplo, en Lc. 5:26 se habla de un grupo de personas que se llenaron de temor al ver al Señor sanar a un paralítico; y en Lc. 6:11 se dice de los fariseos que se llenaron de furor contra Cristo porque sanó en el día de reposo a un hombre que  tenía seca una mano.

No es lo mismo sentir miedo o ira que estar lleno de miedo o de ira.  Son dos experiencias distintas.  Una persona llena de miedo está controlada por el miedo, así como el que está lleno de ira ha sido controlado por la ira al punto de que puede llegar incluso a hacer locuras.

Ser lleno del Espíritu, entonces, no es otra cosa que ser controlado por el Espíritu que mora en nosotros.  Noten el contraste en el texto (Ef. 5:18).  Lo que sucede con una persona cuando se emborracha es que ha tomado tanto alcohol que su influencia lo domina.  Ese hombre está bajo el efecto de la bebida.

Así como la bebida afecta la mente, el corazón, la voluntad, así debemos ser afectados por el Espíritu en nuestra mente, en nuestro corazón y en nuestra voluntad.  Esa es la similitud entre la borrachera y la llenura del Espíritu Santo.

Pero claro que también existe entre ambas una diferencia abismal.  La persona ebria pierde el control de sí misma, mientras que uno de los frutos del Espíritu es el dominio propio (Gal. 5:22-23).

Muchas personas al día de hoy entran en una especie de trance emocional y comienzan a comportarse como si estuvieran fuera de sí, y nos dicen que eso es una evidencia de que están llenos del Espíritu.  Pero la llenura del Espíritu no se manifiesta de ese modo, sino más bien a través de un carácter piadoso y una vida fructífera.

Lo que hace el Espíritu Santo en nosotros es tomar nuestras facultades y ponerlas a funcionar adecuadamente. Ser llenos del Espíritu Santo es permitir que El nos estimule en el amor a Dios, en la obediencia, en la adoración, en el servicio.  Por eso en la Biblia se conecta la plenitud del Espíritu con rasgos piadosos de carácter. Ese es el efecto que produce en el cristiano la llenura del Espíritu: buen testimonio, sabiduría, fe, gozo, paz, esperanza, consuelo, conocimiento de Dios, fructificación.

Y ¿cuáles son los resultados que cosecharemos en nuestras vidas si somos llenos?  Pablo menciona el gozo, la gratitud, una comunión edificante, sumisión mutua.  Eso es lo que produce en el creyente la llenura del Espíritu.

No podremos andar como es digno de la vocación con que fuimos llamados, no podremos vivir a la altura de lo que somos cristianos, ser imitadores de Dios, andar en amor, andar en luz, andar en sabiduría, si no somos llenos del Espíritu Santo.

Escrito por: Pastor Sugel Michelén, panelista del programa: “Entendiendo los tiempos” que se transmite por nuestra emisora.

 


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