A Dios el Padre celestial | 056
18/09/2019
A Dios el Padre celestial, es un Podcast de Historia del Himno un programa de Eternidad Plus que muestra las Historias detrás de cada Himno.
Doxología es un término derivado del griego que significa “gloria” o “alabanza“. Tal vez ninguna estrofa ha sido más cantada en los círculos cristianos, que esas cuatro líneas pequeñas de la Doxología que aquí reproducimos.
El reverendo Tomás Ken es el autor de ésta y, según Clint Bones en su libro “Nace un Himno”, Ken la escribió mientras ocupaba el puesto de capellán en la universidad de Westminster, en Inglaterra.
Ken era huérfano pero, con la ayuda de su cuñado, le fue posible graduarse en Westminster y seguir estudiando en Oxford por otro título. Nunca se le olvidó el mal comportamiento de sus condiscípulos en Westminster, y después de terminar su preparación para el ministerio, regresó a su alma máter como capellán.
Al estar otra vez allí, sintió más que nunca una carga por las almas de los jóvenes universitarios. Procuró guiarlos en caminos de justicia y, para animarles a que alabaran al Señor, les escribió tres himnos. Uno era para cantar en la mañana, otro para alabar en la tarde, y el último para la noche. Cada uno terminaba con la famosa estrofa “A Dios el Padre Celestial”.
Después de salir de Westminster, el señor Ken aceptó el puesto de capellán del rey Carlos II. Pero el rey siguiente, Santiago II, lo metió a la cárcel por haberle hablado demasiado fuerte de su pecado. La reina Ana le dio su libertad y le ofreció otra vez el cargo de capellán; pero él rehusó y se fue a servir al Señor en una sección rural.
Así pasó sus últimos días en la pobreza, y dicen que al morir, poseía únicamente un laúd y un caballo. En el año 1711, pasó a la eternidad para recibir el tesoro que ni la polilla ni el orín podrían corromper: su preciosa estrofa que hoy es cantada por millones de habitantes del mundo entero.
Aunque varias personas han compuesto música para la “Doxología”, la que más se usa fue adaptada por Wilhelm Frank, un alemán.