Sólo para maridos
Escrito por Eternidad Plus el 29/08/2017
John MacArthur
El día de San Valentín (o de los Enamorados) puede ser la única vez al año en la que la mayoría de los maridos dejan su apariencia exterior machista; y demuestran actualmente su amor por sus esposas de una manera tangible. Es posible que usted la colme a su esposa de flores o dulces o la lleve en una velada romántica. Algunos de ustedes incluso pueden hacer mayores sacrificios, tales como limpiar la casa, llevarle el desayuno a la cama o comprarle algún regalo preciado. Pero una vez que el día termina, también lo hace el Príncipe Azul; y usted vuelve a su ser normal y a su rol habitual.
Pregúntele a muchos maridos cristianos que resuman su rol bíblico en una palabra y ellos le responderán “Liderazgo”. La Escritura contesta esta pregunta con una palabra diferente: amor.
No existe ninguna duda que el diseño de Dios para usted, si usted es un esposo, incluye el aspecto de liderazgo. Pero es un liderazgo que surge del amor y está siempre templado con afecto sensible, cariñoso. El rol apropiado del esposo como líder amoroso, cuidadoso, esta óptimamente personificado por Cristo, quien tomó el rol de sirviente al lavar los pies de Sus discípulos (Juan13:3-17).
Es significativo que antes de que el apóstol Pablo instruyera a maridos y esposas en cómo amarse unos a otros, él exigiera una sumisión mutua. Efesios 5:21 lo expresa de la siguiente manera: “Someteos unos a otros en el temor de Dios.” Ésa es una orden general a todos los cristianos, en todos los contextos.
Los maridos no son una excepción a esta regla. El amor que usted debe mostrar a su esposa incluye sumisión. Está matizado y caracterizado por mansedumbre, ternura y servicio. Es un amor humilde, de siervo, como el de Cristo.
La sumisión establece la base para las instrucciones de Pablo a los maridos: “Amad a vuestras mujeres” (v.25). Toda la idea de la dirección del marido es una comparación a Cristo. La dirección del marido sobre la esposa es como la dirección de Cristo sobre la iglesia. “El marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia” (v.23). Por lo tanto, su amor por su esposa se supone que debe ser como el amor de Cristo por su Iglesia: “Amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (v.25).
El sacrificio de Cristo es el arquetipo mismo de lo que el amor exige. Primera de Juan 3:16 dice: “En esto hemos conocido el amor, en que Él puso su vida por nosotros.” Jesús mismo dijo: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13).
En realidad, sin utilizar la palabra amor, el apóstol Pedro describe su amor por su esposa: “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida” (1 Pedro 3:7).
La relación de dirección-sumisión no es inherente a superioridad e inferioridad. Muchas esposas son francamente más sabias, más eruditas, más articuladas y más criteriosas que sus esposos. Sin embargo, Dios ha establecido la familia de modo tal que el hombre es la cabeza. Eso no es porque automáticamente la esposa le deba al marido deferencia servil como a alguien a quien es inferior – ya que no debe ser tratada como inferior, sino como una hermana y coheredera. El motivo para este mandato divino es que su esposa es el vaso más frágil- y usted, por lo tanto, le debe a ella sacrificio y protección.
Mi desafío a ustedes, esposos, es que todos los días sean de San Valentín para sus esposas. Haga de estas tres acciones su prioridad diaria en su relación con su esposa; y estará cumpliendo su obligación como Cristo, sacrificial para con ella.
Sea Considerado
“Vivid con ellas sabiamente”, Pedro dice en el verso 7. Él habla de ser considerado. Es lo opuesto a la mentalidad del hombre de las cavernas que algunos hoy en día recomendarían. Es incompatible con el machismo independiente, orgulloso, egocéntrico que muchos piensan que personifica la verdadera masculinidad. Llama a una comprensión, sensibilidad y satisfacción de las necesidades de su esposa. Involucra un esfuerzo sincero de comprender sus sentimientos, miedos, ansiedades, preocupaciones, objetivos, sueños y deseos. En resumen, usted debe ser considerado.
A menudo, se reduce a escuchar. Usted debe comprender el corazón de su esposa. ¿Cómo puede usted expresar un amor sacrificial, que satisface las necesidades de ella, si no tiene idea de cuáles son esas necesidades?
Francamente, esta es una lucha para la mayoría de los hombres. No es algo que nos llega naturalmente. Tal como nuestros hijos, peleamos contra nuestras propias tendencias pecaminosas y deseos egoístas. Pero Dios nos llama a ser modelos de amor sacrificial en nuestras familias; y eso comienza siendo considerado.
Sea Caballeroso
La esposa es el “vaso más frágil”, de acuerdo con Pedro. ¿En qué sentido son las mujeres “más frágiles”? Esto tiene referencia principalmente al aspecto físico. Las mujeres son, como clase, físicamente más frágiles que los hombres. Ahora, sin lugar a dudas, es cierto que existen algunos hombres cuyas esposas son más fuertes que ellos. Pero esto no es usual; y yo creo que aún en esos casos excepcionales, el principio también se aplica. Usted debe tratar a su esposa con tierna caballerosidad. Lo puede hacer de muchas maneras, desde abriéndole las puertas, moviendo los muebles o haciendo trabajos pesados en la casa.
Un marido amoroso no le diría a su esposa: “Después de que hayas cambiado la llanta, con gusto te llevaré a la tienda.” Les servimos con nuestra fuerza. Las tratamos como vasos más frágiles, mostrándoles una deferencia particular en temas en donde su debilidad física las coloca en desventaja. Primera de Pedro 3:7 sugiere en realidad que Dios diseñó a la mujer para estar bajo la protección del hombre, beneficiándose de su fuerza. Y sirviendo a nuestras esposas, prestándoles esa fuerza, es una de las principales maneras en que les mostramos un amor como el de Cristo, sacrificial.
Tenga Comunión
Debemos considerar a nuestras esposas “como a coherederas de la gracia de la vida.” Los hombres y las mujeres pueden ser diferentes físicamente, pero espiritualmente son iguales. Trate a su esposa como a su par espiritual. Mientras que está legítimamente preocupado con la tarea de liderazgo espiritual en su hogar, no se olvide la responsabilidad de comunión delante de Dios con su esposa como coheredera de Su gracia. Su rol como el líder de ella no significa que usted es su superior. Ustedes son ambos completamente dependientes de la gracia divina; y juntos, ambos son herederos de esa gracia.
En Cantar de los Cantares, la esposa le dice al esposo: “Tal es mi amado, tal es mi amigo” (5:16). Me encanta esa expresión. Ella se regocija en su amor por él, pero no es sólo la devoción romántica de él que le emociona a ella. No es su machismo o su liderazgo que causa que su corazón cante. ¿Qué es? Ella está feliz de que él sea su amigo. Ése es el tipo de relación que los esposos deberían cultivar. Es un sentido profundo de compartir cosas espirituales íntimamente, en igualdad. Es una comunión juntos, tal como no hay otra relación en la tierra.
Este es un modo sencillo de resumir el amor sacrificial: el esposo lleno del Espíritu ama a su esposa no por lo que ella pueda hacer por él, sino por lo que él puede hacer por ella. Así es exactamente como trabaja el amor de Cristo. Él nos ama no porque haya algo en nosotros que Le atraiga, no porque Él gane algún beneficio por amarnos, sino simplemente porque Él se propuso amarnos y Le deleita otorgarnos Su favor.
¿Se ha dado cuenta usted que el amor es un acto de voluntad, no un sentimiento? Es un compromiso al bienestar de su objeto. Es una devoción voluntaria. Involucra sacrificio, consideración, caballerosidad, comunión, cortesía y compromiso. Es precisamente el tipo de amor que usted le debe a su pareja. Y si usted está dispuesto a obedecer a Dios, por el poder del Espíritu de Dios, usted puede mostrar ese tipo de amor a su esposa.
Gracias a http://www.gracia.org/recursos.aspx?p=a&article=612