¡¿Cómo que el pastor faltó al culto?!

Escrito por el 28/02/2017

Estamos todos sentados en la iglesia el domingo en la mañana, un hermano ha dado la bienvenida y hemos cantado hermosas alabanzas juntos, está por comenzar la predicación y pasa alguien a anunciar que el pastor decidió no venir hoy al culto. ¿El motivo? No importa, se fue a pescar, quiso dormir hasta más tarde, llegaban familiares, o lo que sea… no vino.

¿Qué pensarías si fueras uno de esos miembros sentados esperando que llegue el pastor y de repente anuncian que no vendrá? ¿Cómo te sentirías?; Yo puedo escuchar a doña Rosa decir: “¿Quién se cree que es? ¿Cómo va a faltar al culto?”, y don Pedro responde: “Ya me va a oír el pastor, él no puede faltar al culto”.

Pero, entre nosotros, realmente, ¿por qué el pastor no puede faltar? Sí, yo sé que el pastor es el hombre llamado por Dios y responsable de enseñar las Escrituras cada domingo, ¿Pero no nos dice Hebreos 10:25 que no debemos dejar de congregarnos, o sea, todos los creyentes? Nadie esperaría que el pastor falte al culto, pero ¿si doña Rosa o don Pedro deciden hacer lo mismo que el pastor?

Algo que el Nuevo Testamento nos deja bien en claro es que la iglesia de Jesucristo no es el pastor, el diácono o el edificio que se habilitan los domingos a disposición de un número indeterminado de personas que se congregan para ser espectadores del culto.

“Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno individualmente un miembro de él”, 1 Corintios 12:27.

¡La iglesia es compuesta por sus miembros! No es el edificio, ni tan solo el pastor o el diácono… ¡doña Rosa y don Pedro son miembros del cuerpo de Cristo, son parte de la iglesia! Y recordando Hebreos 10:25 debemos exhortar tanto a estos como al pastor y al diácono a congregarse. No debemos solo esperar que otros cumplan los mandatos bíblicos, nosotros debemos mirar en qué estamos desviándonos del patrón que nos muestran las Escrituras.

No está bien que el pastor decida faltar al culto sin una razón realmente importante, así como tampoco está bien que ninguno de los hermanos lo haga. Solo porque usted no predica la Palabra cada domingo desde el púlpito, o no cante, o no dirija la reunión, no quiere decir que tenga menos responsabilidad delante de Dios o del resto de la iglesia en ser parte del culto. La tiene. La iglesia, lo repito, son sus miembros, aquellos que han profesado haber nacido de nuevo por medio del evangelio de la gracia de Dios. Y esta comunidad de creyentes de reúne a adorar a Dios en el día del Señor.

Debemos dejar de mirar al pastor o a los diáconos como los únicos creyentes que tienen un llamado a servir a la iglesia; el Nuevo Testamento está repleto de mandamientos “los unos a los otros”, y “los unos” no son solo el pastor y el diácono, es usted y yo también. ¿De qué manera estamos buscando servir a la iglesia local? ¿De qué manera estamos procurando congregarnos fielmente para oír la Palabra de Dios cada domingo? ¿De qué manera estamos asumiendo responsabilidades en la iglesia local? ¡Somos nosotros responsables de servir, soportar, amar, cuidar, exhortar, proveer y perdonar a nuestros hermanos! Entre muchas otras cosas.

Alguien dijo que al pie de la cruz el terreno es parejo. Todos los creyentes tenemos acceso al Padre de la misma manera, Él proveyó la paz por medio de la cruz (Col. 1:19-20). Tenemos distintos dones, distintos roles:

“Pues, así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros”, Romanos 12:4-5.

¡Pero somos un solo cuerpo llamado a vivir una vida para Dios! Tanto el pastor, como el diácono, como doña Rosa, como don Pedro, como tú y como yo. Todos nosotros, los que hemos sido llamados a una vida nueva en Cristo, debemos vivir cada uno de nuestros días poniendo la mirada en las cosas de arriba (Col. 3:1).

Busquemos no solo esperar que el pastor sea un fiel siervo de Dios, sino también que cada uno de nosotros seamos miembros fieles del pueblo que Él llamó de las tinieblas a la luz.

Preguntas de reflexión:

  • ¿De qué manera estás ayudando a tu pastor para alivianar su carga? ¿Estás orando por él?
  • ¿Estás buscando congregarte fielmente cada domingo? ¿Estás animando a otros a que lo hagan?
  • ¿Tus motivaciones para congregarte están enraizadas en el evangelio? Recordando que si Cristo murió por nosotros, es para que vivamos para Él (2 Co. 5:14).
  • ¿Estás buscando servir a tus hermanos activamente? ¿Estás animando a otros a que lo hagan?

Tomado de https://sdejesucristo.org/pastor-falto-al-culto/

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