Conquistando el corazón de nuestros hijos

Escrito por el 18/01/2022

Padres debemos recordar en todo tiempo, que somos los agentes elegidos por Dios para guiar los corazones de nuestros hijos a Su temor. 

El Señor, en su providencia, ha traído grandes cambios en el mundo a través de la pandemia, en todas las áreas en que los seres humanos nos relacionamos con los demás, y la familia no ha sido la excepción.

El confinamiento, el trabajo desde nuestros hogares, ha ocasionado en la mayoría de las familias un tiempo de interacción mayor al acostumbrado. No solo los matrimonios pasan más tiempo juntos sino también los padres con los hijos. Y aquello que se supone sería bueno no necesariamente ha resultado así en muchos hogares. Una mujer escribió en Twitter que con frecuencia escuchaba a sus vecinos gritar que no soportaban a sus hijos. Y aunque este es un caso extremo lo cierto es que muchas relaciones padres/hijos se han visto afectadas negativamente.

Varios factores, si lo permitimos, pueden crear tensión: cambios en las rutinas a las que todos estaban acostumbrados, temores por la salud, incertidumbre económica, distanciamiento de seres queridos (familiares y amigos), entre otros.

Si permitimos que las circunstancias actuales nos creen tensión, será fácil manifestarla en el trato con nuestros hijos y herirlos o alejarlos de nosotros. De igual modo, si antes de la pandemia no habíamos sido intencionales en ganar el corazón de nuestros hijos tendremos ahora que hacer un doble esfuerzo.

Una queja común de los padres respecto a sus hijos es que estos no hablan con ellos como ellos quisieran, que no les gusta compartir con ellos, que prefieren a los amigos, etc. Y normalmente la forma de expresarlo implica que es un problema  en los hijos, olvidando que es a nosotros los padres que se nos da la responsabilidad y el privilegio de criarlos, guiarlos y formarlos. Y eso incluye desarrollar intencionalmente con ellos una relación estrecha, cercana que funcione no como una imposición, sino natural y espontáneamente.

Muchos padres razonan: ”ellos tienen que hablar con nosotros, pues somos sus padres” Pero no es así que funciona. Más allá de la relación de autoridad y subordinación, debe existir una relación práctica y funcional, que se cultiva, se gana, no es solo posicional.

 

1. Es nuestra responsabilidad cultivar una relación estrecha con ellos para enseñarles el temor del Señor

 “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos;  y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.” (Deuteronomio 6:4-9)

Paul Tripp dijo en una ocasión : “…cada situación de problema, conflicto, duda, pregunta, confusión, dificultad, unidad, división, gozo, tristeza, trabajo, descanso…obediencia, rebelión, esperanza, temor, risa, autoridad y sumisión…debe ser vista como oportunidades de enseñanzas”.

 

2. Un elemento indispensable en una relación estrecha es una buena comunicación

 Salmos 25:14 “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto”

Tener este tipo de comunicación con nuestros hijos, nos permite cumplir de una mejor manera nuestra responsabilidad de guiarlos, enseñarlos y entrenarlos a manejarse piadosamente en medio de las diversas circunstancias que se nos presentan en la vida. ¿Cómo conocer lo que piensan y sienten si no lo expresan?

1 Corintios 2:11 “Porque ¿Quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él?…”

Esto es lo que se espera de la comunicación entre padres e hijos: que sea transparente, abierta, dejando ver el interior. 2 Corintios 6:11-13 “Nuestra boca se ha abierto a vosotros, oh corintios; nuestro corazón se ha ensanchado. No estáis estrechos en nosotros, pero sí sois estrechos en vuestro propio corazón. Pues, para corresponder del mismo modo (como a hijos os hablo), ensanchaos también vosotros.”

Debemos conocer sus debilidades, luchas, tentaciones, anhelos, preocupaciones. Y la manera más segura es oyéndolo de ellos mismos. Debemos procurar tener su corazón. Proverbios 23:26 “Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos.”

 

3. Nuestra responsabilidad de cultivar con ellos una relación estrecha continúa hasta que salen de la esfera de nuestra autoridad

 Proverbios 1:7-15  “El temor del Señor es el principio de la sabiduría; los necios desprecian la sabiduría y la instrucción. Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no abandones la enseñanza de tu madre; porque guirnalda de gracia son para tu cabeza, y collares para tu cuello. Hijo mío, si los pecadores te quieren seducir, no consientas. Si dicen: Ven con nosotros, pongámonos al asecho para derramar sangre, sin causa asechemos al inocente, devorémoslos vivos como el Seol, enteros, como los que descienden al abismo;  hallaremos toda clase de preciadas riquezas, llenaremos nuestras casas de botín;  echa tu suerte con nosotros, todos tendremos una bolsa;  hijo mío, no andes en el camino con ellos, aparta tu pie de su senda”

Así que debemos ser intencionales en conquistar sus corazones desde pequeños pero esa intencionalidad o mantenimiento debe continuar en la adolescencia. Así que no debemos comprar el estereotipo de que los adolescentes necesariamente son rebeldes y no les importa ni escuchan el consejo y la instrucción de sus padres, pues eso NO tiene que ser así. Si el Espíritu Santo inspiró al escritor bíblico a exhortar a los hijos jóvenes a seguir las enseñanzas paternas es porque es posible.

Encuesta de Harvard: “Pensamos que está bien que los padres de adolescentes se mantengan al margen en las vidas de sus hijos y dejen que sean otros que jueguen el rol que a ellos les corresponde.  Las investigaciones no están de acuerdo con ello…Los padres se han dado cuenta que los adolescentes necesitan más atención que los infantes”.

Pero más bien vemos a los padres desentendiéndose de sus hijos antes de tiempo. Cuando más nos necesitan, los soltamos a los 12 o 13 años, y los vemos andando “de su cuenta”. Una muestra de ello es la asistencia de los padres de niños y de adolescentes a las reuniones del colegio

¿Y esto por qué?  Porque hemos comprado la filosofía y patrón del mundo: “Déjalos ser auténticos, no los coartes”; “esa rebeldía es natural en esa edad”, etc.

Claro, nuestra relación con ellos debe variar en la medida en que van creciendo. Al inicio es de mucha autoridad; con el paso del tiempo debe ser mucha influencia. Ahora, es difícil influenciarlos (no imposible) si no hemos ejercido la autoridad correctamente

Debemos recordar en todo tiempo que somos los agentes elegidos por Dios para guiarlos a su temor.  Los amamos y buscaremos su bien sea que lo aprecien o no. Pero esa labor se facilita grandemente cuando ganamos sus corazones. Y esto toma tiempo y esfuerzo

El que tiene como centro la comodidad y tranquilidad empezará a pelear contra sus hijos en lugar de pelear por ellos y sus almas.

 

4.  ¿Cómo conquistar sus corazones de modo que mantengamos una relación estrecha con ellos mientras crecen hacia la adultez?

Si no hemos ganado sus corazones porque hemos sido descuidados o no intencionales; si hemos cometido errores; si hemos pecado contra Dios y contra ellos en el cumplimiento de nuestra responsabilidad paterna: pidámosle perdón

Trabaja intencionalmente con ellos en crear el hábito de ser comunicativos.

Debemos hacerles preguntas continuamente (¿Cómo te fue en el colegio?, ¿Qué hiciste en casa de los abuelos?, ¿Qué tal el paseo?, etc.). Pero también hacerles preguntas abiertas, cuya respuesta requiera más que un sí o un no, pues deben acostumbrarse, no solo a relatar hechos, sino también a expresar sentimientos, puntos de vista, etc. O sea preguntas que lo lleven a expresar como se sintió o como reaccionó o que pensó o piensa de lo acontecido.

Dependiendo de sus edades pueden ser afectados de diversas maneras por la pandemia. Pueden tener temor. Se debe crear en el hogar un clima donde todos se sientan libres de expresar como se sienten. Enfatiza la importancia de contar todo a sus padres, de no esconder información.

Planifica contextos donde se practique y desarrolle el hábito de la comunicación entre todos los miembros de la familia. Por ejemplo, el almuerzo o el devocional familiar. Obviamente todo esto requiere invertir tiempo intencional y consistentemente, con convicción y sin desmayar.

Existe un principio de asociación donde somos influenciados por aquellos con los que compartimos.  Proverbios 13:20.  “El que anda con sabios, sabio será, más el que se junta con necios será  quebrantado” y Proverbios 22:24-25 “No te entremetas con el iracundo, Ni te acompañes con el hombre de enojos,  No sea que aprendas sus maneras, Y tomes lazo para tu alma.  Proverbios .22:24-25

¿Quién mejor que nosotros para influenciarlos positiva y sabiamente?

Paul Tripp dice: “Tú no podrás entrenar, pastorear, discipular, o desarrollar hijos que rara vez están alrededor de ti” (creo que en “La Edad de la Oportunidad”, en inglés, p.174).

Esto demandará que nos despeguemos de laptops, tablets y, sobre todo, celulares. Y lo mismo con ellos. Padres muestren interés en lo que a ellos le interesa, no importa la etapa de la vida  en que estén. ( 1 Corintios 13:5 el amor “no busca lo suyo”)I

No importa el tema que estén compartiendo contigo, escúchalos con atención. Si no te interesas en sus conversaciones cuando están pequeños, lo percibirán y se acostumbraran a no hablar contigo. Cuando sean más grandes y te interese saber en que están ellos, a ellos ya no les interesará hablarlo contigo. Ellos son capaces de percibir cuando no estamos interesados: mientras los escuchamos nuestros ojos se pasean por todos lados, menos en ellos. Terminan desinteresándose en contarnos nada.

 

Palabras finales:

La pandemia ha traído mayores conflictos entre nosotros y nuestros hijos es una oportunidad para ser conscientes de sus pecados y de los nuestros y para enderezar lo torcido y corregir lo deficiente. Y si no los ha traído porque la interacción es poca y cada cual vive en su mundo no significa que las cosas están bien en el hogar

Conquistar el corazón de ellos para ministrarles la Palabra de Dios y guiarlos a su temor, debe ser una prioridad en nuestras vidas. Quizá demande menos tiempo con hermanos y amigos o aún menos servicio en la iglesia, pero vale la pena.

Este pasaje de Paul Tripp acerca de la relación con nuestros hijos resume lo dicho:

“Acércate a él y comienza desde el principio. Comienza pidiendo su perdón. Admite que tu impaciencia…egoísmo y auto justicia han estorbado la relación que Dios quiere que tengas con él. Sé específico en tu confesión. Luego, dile que has determinado establecer una relación de amor con él, que haces el compromiso de hablar con él y que su vida es importante para ti, y que quieres ayudarlo en todo lo que puedas. Luego dale seguimiento. He visto relación tras relación cambiada radicalmente entre padres y adolescentes debido a que los padres se rehusaron a desanimarse. Con humildad y amor comenzaron a relacionarse con ellos de una nueva manera más bíblica. No mucho tiempo después, los adolescentes comienzan a derrumbar paredes antiguas de defensa y empiezan a estar abiertos y comunicativos de nuevo” (Edad de Oportunidad, p.234-235)

Escrito por:

Pastor Marcos Peña, uno de los pastores de la Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo (IBSJ) y uno de los productores del programa Hombres de verdad que se produce en nuestra emisora. 


Opiniones
  1. Agueda   /   19/01/2022, (5:45 am)

    Buenas, como siempre muy edificante y sabio. Pero por favor dígame. Cómo debo seguir actuando (ya sabiendo que debo seguir ganando el corazón de mi hija, ella tiene casi 20) al ella ser bastante comunicativa, pero trabaja de noche, no vuelve a casa, a la vez que me cuenta tb me oculta de sus vivencias porque son pecaminosas. Y yo la veo que fuma, que tiene malas compañías, etc. Todo lo que yo le digo para ella está mal. Y todo lo que ella hace es malo. También he pedido perdón y me esfuerzo en mejorar para la gloria de Dios. Pero siempre es un trago amargo verla camino en picada al infierno. Gracias

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