La Iglesia, germen transformador de la sociedad (4ta Parte)
Escrito por Eternidad Plus el 21/06/2018
El discipulado bíblico de los miembros de iglesia representa retos severos para los esquemas tradicionales de liderazgo.
TRANSFORMACIÓN DEL CONCEPTO DE LIDERAZGO.
Uno de los aspectos fundamentales de la transformación social resultante de los principios de la Reforma Protestante fue la transformación del concepto y propósito del liderazgo en la sociedad humana. Tanto en la iglesia como en las estructuras de autoridad que rigen en la sociedad se promovió un liderazgo que imitara el comportamiento del Señor Jesucristo.
« El Calvinismo proclamó la absoluta igualdad de todos los que se involucraban en el servicio de la iglesia y rehusó adscribir a sus líderes y oficiales cualquier otro carácter que el de MINISTROS (esto es, SERVIDORES)». (P.59)
Una de las mayores «barreras» para el desarrollo de las iglesias y las sociedades en nuestros tiempos, en los países latinoamericanos, es el modelo de liderazgo tanto en las iglesias evangélicas como católicas. Las iglesias están llamadas a modelar patrones de conducta que demuestren la presencia del reino de Dios en sus comunidades. El patrón usual de liderazgo en las iglesias evangélicas de estos países es «jerárquico», con características medievales. Expresa y comunica una diferencia de identidad y de rango entre «pastores y ovejas». No una diferencia de funciones, sino de categoría social. En consecuencia, ni los líderes de iglesia ni los líderes sociales muestran mucho interés en el desarrollo y florecimiento de los dones y capacidades de sus miembros y de la sociedad en general.
En todas las esferas sociales son los líderes quienes se benefician de la presente situación. Si la transformación de la iglesia y de la sociedad, conforme al modelo del reino de Dios, tiene que pasar necesariamente por el filtro de los pastores y líderes de iglesia, éstos no la permitirán. No la permitirán por una razón muy obvia: pone en peligro su estatus y sus privilegios, ya que, como líderes, ellos son los mayores «beneficiarios» de la actual situación (cualquiera que ésta sea), y no van a arriesgar sus beneficios con una transformación que pudiera menoscabarlos.
Por esta razón no es frecuente que las iglesias evangélicas adopten prácticas de ministerio integral y de enseñanza de la cosmovisión bíblica. Y es humanamente comprensible que así sea. Algunos pastores y líderes de iglesia son fieles a Jesucristo y están dispuestos a arriesgarse equipando a sus miembros para que alcancen la madurez e intentan transformar sus esquemas ministeriales por amor a su Señor y a sus miembros, pero estos son más bien la excepción. La práctica generalizada de este tipo de liderazgo limita, en gran medida, el discipulado bíblico del cuerpo de Cristo y, por tanto, la transformación de dichas naciones.
El discipulado bíblico de los miembros de iglesia representa retos severos para los esquemas tradicionales de liderazgo. Latinoamérica fue colonizada por España, y, en consecuencia, por una cosmovisión medieval. La concepción medieval tiene su propia cosmovisión jerárquica del liderazgo en todas las esferas sociales y en las iglesias. Este modelo extendido de liderazgo constituye uno de los factores más determinantes de la situación social y económica de nuestros países.
El discipulado de los miembros de iglesia con una cosmovisión bíblica conlleva reforma en los individuos y reforma estructural de la sociedad. Implica capacitar a los miembros con la palabra de Dios para que «encarnen la libertad que Cristo adquirió para ellos en la cruz». Desde el punto de vista del liderazgo de las iglesias, esto significa crear un orden, un sistema social, que ejemplifique las interacciones entre las personas con la «libertad de conciencia». Para los líderes con una cosmovisión tradicional del liderazgo esto representa un gran desafío. Los modelos tradicionales de liderazgo fueron creados para restringir la libertad de las personas y garantizar el orden establecido. El equilibrio entre orden y libertad, tanto en la iglesia como en la sociedad, no es una característica de la cosmovisión cultural iberoamericana.
La verdadera libertad humana significa sumisión total y exclusiva a Dios, por lo que es necesario someterse a las autoridades humanas legítimamente constituidas en las distintas estructuras sociales (familia, iglesia y estado). Las autoridades humanas constituidas por Dios operan con autoridad «delegada». La autoridad que administran no es de su «propiedad», sino que tiene una validez condicional. Esto quiere decir que la autoridad de una persona que ocupa una posición de liderazgo puede tornarse «ilegítima» por causa de la actuación indebida de dicha persona. Por ejemplo, la actuación del Sanedrín, en Jerusalén, cuando requirió a los apóstoles Pedro y Juan abstenerse de enseñar el camino de Jesucristo (Hechos 4:18-19).
Cuando una autoridad humana se vuelve «ilegitima» por actuar incorrectamente, ello abre la puerta a decidir no obedecerla y no someterse a ella por motivos de conciencia delante de Dios. Para demostrar que creemos que el orden social proviene de Dios mismo, en el caso de vernos obligados a desobedecer a la autoridad humana por motivos de conciencia, deberemos someternos voluntariamente a la «represión» de dicha autoridad. Este equilibrio entre la libertad de conciencia y el reconocimiento del origen divino de toda autoridad humana (Romanos 13) fue ejemplificado por el Señor Jesucristo frente a sus acusadores, tanto judíos como romanos (Juan 18:36-37).
Por ejemplo, en una familia, la gestión de la autoridad está relacionada con la sujeción de la esposa y de los hijos al padre de familia. Basados en el contenido de las predicaciones usuales en las iglesias evangélicas, ¿qué esposo cristiano conocido comunica a su esposa la siguiente aplicación del principio bíblico de sometimiento a la autoridad? Por ejemplo, diciéndole:
«Amor mío, Dios me ha delegado autoridad sobre esta familia, por lo tanto, tu sujeción a mí persona está ordenada por Dios. La autoridad que detento tiene por objeto cumplir los deberes que Él ha encargado a un esposo y padre. Mi rol es ser un líder servidor. Si mis actuaciones como esposo y como padre fueran «contrarias» al propósito de Dios para el cumplimiento de mis funciones, tienes la libertad de no sujetarte a mí, si así lo decides, por motivos de conciencia delante de Dios»
¿Por qué no es común esta idea de la autoridad en las familias cristianas? Porque la enseñanza bíblica impartida respecto del liderazgo del esposo y la sumisión de la esposa (Efesios 5) ha sido interpretada según una cosmovisión medieval, jerárquica, de la sociedad. Jerarquía no de funciones y de roles, sino de identidad de las personas que ejercen tales funciones sobre aquellas a quienes dirigen.
SOLI DEO GLORIA
CONTINUARÁ…
Escrito por: Luis Sena, panelista del programa: “La Tertulia”, que se produce en nuestros estudios.