La Iglesia, germen transformador de la sociedad (3raParte)

Escrito por el 14/06/2018

La iglesia, según la Biblia, es «columna y baluarte de la verdad» y de ella debe fluir la luz que ilumine con la verdad y la sal que preserve moralmente.

¿QUÉ ASPECTOS DISFUNCIONALES CARACTERIZABAN LA IGLESIA EN EL TIEMPO DE LA REFORMA PROTESTANTE?

Responderemos citando de nuevo a Abraham Kuyper:

«Bajo la jerarquía de Roma, la iglesia y el mundo fueron enfrentados LA UNA CONTRA EL OTRO.  La una como SANTIFICADA y el otro BAJO LA INFLUENCIA DE DEMONIO.» (p. 35)

Algunas ramas del cristianismo contemporáneo entienden que el mundo pertenece al diablo y que las iglesias locales están completamente santificadas y exentas de mundanalidad. Esto no es nuevo, proviene de la Edad Media. Sigue diciendo Kuyper:

  «El exorcismo expulsaba este poder demoníaco de todo lo que estaba bajo la protección, influencia e inspiración de la iglesia. De aquí que en un PAIS CRISTIANO la vida social completa debía estar cubierta por las alas de la iglesia…“El magistrado tenía que ser ungido y estar confesionalmente atado… El arte y la ciencia tenían que estar bajo censura y estímulo eclesiástico. La industria y el comercio tenían que estar amarrados a la iglesia mediante la atadura de los gremios… Y desde la cuna hasta la tumba la vida familiar estuvo bajo la iglesia como su guardiana… Este fue un esfuerzo gigantesco de reclamar el mundo entero para Cristo”».  (p. 35)

El objetivo de someter el mundo entero bajo el señorío de Cristo, representado por la iglesia, fue loable y bien intencionado. Aunque loable, se realizó con el método equivocado. Según la concepción católico-romana, la iglesia «es» el reino eterno de Dios en la tierra, y por tanto, las demás esferas de la vida (política, económica, educativa, etc.) deben estarle sujetas. El intento de elevar a la iglesia a la categoría de institución social hegemónica no siguió el patrón bíblico de la humildad y el servicio ordenado por Jesucristo. Según el designio de Dios para la sociedad no corresponde a la iglesia la primacía de la autoridad civil. Las consecuencias de esta visión distorsionada de la iglesia fueron negativas:

«Como resultado natural, el mundo CORROMPIÓ a la iglesia, y por dominar sobre el mundo, la iglesia se convirtió en UN OBSTACULO al libre desarrollo de cada aspecto de la vida». (p.13)

La iglesia, según la Biblia, es «columna y baluarte de la verdad» y de ella debe fluir la luz que ilumine con la verdad y la sal que preserve moralmente. De ahí resultará la transformación de la nación. La centralización de toda la vida social en la iglesia institucional se extendió por toda la Edad Media hasta el período de la Reforma. En nuestro tiempo sucede algo similar en la iglesia evangélica. Los líderes de las iglesias evangélicas suelen adoptar una actitud hegemónica en el gobierno de las iglesias, lo cual produce una centralización de la vida espiritual de los miembros en la vida interna de la iglesia. Según este modelo, la iglesia se entiende como una organización productora de ministerios.

La enseñanza y la predicación de muchos líderes cristianos contemporáneos inculcan en los miembros de sus iglesias la idea de que el «ámbito» para el desarrollo de su espiritualidad y despliegue de servicio es exclusivamente la iglesia local. Esto va en detrimento de la enseñanza bíblica de la soberanía de Jesucristo en todas las esferas de la sociedad encarnada por cada miembro en un cuerpo local. Según esta concepción centralizada de la iglesia local, los líderes de iglesia se ven a sí mismos como intermediarios de la autoridad de Cristo sobre sus miembros. Los pastores y líderes actúan como «apoderados legales» de un dueño ausente (Cristo) y este liderazgo es ejercido sin obligación de rendir cuentas al resto del cuerpo de Cristo. Como los líderes se ven a sí mismos entre la cabeza (Jesucristo) y el cuerpo, las decisiones importantes se informan a la iglesia, pero no se hace participar a ésta en la toma de decisiones ni se le rinde cuentas del uso de los recursos aportados por sus miembros.

El proceso de transformación de la Reforma, desde su rama de Ginebra fue como sigue:

«Apareciendo en un ambiente dualista, el Calvinismo (la reforma de Ginebra) produjo un cambio en el mundo del pensamiento y las ideas…Postrándose ANTE EL ROSTRO DE DIOS, honró al SER HUMANO como portador de la imagen y semejanza de la divinidad”…Y honró al mundo como CREACION DIVINA exhibiendo (frente a la sociedad) dos grandes principios: La GRACIA PARTICULAR que opera SALVACION…y la GRACIA COMUN, a través de la cual Dios, manteniendo la vida del mundo, alivia la maldición que pesa sobre éste, reduce su proceso de corrupción y permite su LIBRE DESARROLLO para gloria del Creador». (p. 35)

La posibilidad del desarrollo integral de las naciones está «ya disponible». Está disponible por creación y por redención. Está disponible a través del poder del Espíritu Santo y del gobierno soberano de Jesucristo delegado a todos sus discípulos. Los reformadores se lanzaron a transformar todas las esferas de la sociedad y las consecuencias beneficiosas fueron enormes. En primer lugar, se produjo una transformación de la iglesia:

«La iglesia se RETRAJO para ser nada más y nada menos que LA CONGREGACIÓN DE LOS CREYENTES… Y cada ámbito de la vida del mundo (SOCIEDAD) fue LIBERTADO, no de Dios, sino del DOMINIO de la iglesia… Alabar a Dios en la iglesia y servirle en el mundo se convirtió en el impulso inspirador…».

En segundo lugar, la sociedad fue transformada:

«La VIDA DOMESTICA recuperó su independencia; la INDUSTRIA y el COMERCIO recuperaron su fortaleza en libertad; el ARTE y la CIENCIA se liberaron de la sujeción religiosa y restauraron su propia inspiración… Y el hombre empezó a entender el SOMETIMIENTO DE LA NATURALEZA, con sus fuerzas escondidas y sus tesoros, como una TAREA SAGRADA impuesta por la ordenanza original del paraíso de: Sojuzgad la tierra y señoread sobre ella». (p.36)

La Reforma recuperó el fundamento del Génesis, volvió al designio básico de Dios. Si queremos transformar la sociedad para la gloria de Dios y para el bienestar del prójimo, necesitamos tener una idea bíblica del orden de Dios para la sociedad. Cada esfera social tiene su propia gloria y su propia autonomía que Dios le ha dado. La religión en una sociedad, representada por las iglesias locales en su aspecto institucional, tiene la responsabilidad de contribuir al florecimiento de dicha sociedad, según el designio de su buena creación. Esta esfera está representada por las clases de iglesia que hay en una sociedad (libertad de culto).

Ninguna iglesia en particular está llamada a ser epicentro de la vida social. El señorío de Jesucristo sí debe ser central y se «manifiesta/se encarna» en la actuación de cada discípulo suyo, empoderado por el Espíritu Santo, morando en el creyente nacido de nuevo. Así es como Cristo se hace presente en cada aspecto de la cultura e influye en ella para bendición de las naciones (promesa hecha a Abraham en Gen.12:1).

La reforma recuperó la verdadera naturaleza de la iglesia y rechazó la centralidad de la institución eclesial en la sociedad. Posicionalmente, en el cielo, la iglesia es completamente santa. En la tierra, no obstante, la iglesia es un organismo social, en proceso de santificación, y como tal, participa de la creación, «la caída» y la redención:

«La iglesia es un organismo espiritual que existe en el cielo y en la tierra, pero en el presente tiene su epicentro y su punto de partida, no en la tierra, sino en el cielo… Entre los episcopales el sacerdocio terrenal fue ejercido en forma de jerarquía; en las tierras luteranas el soberano se convirtió en Summus Episcopus y se imitó la división de órdenes eclesiásticos…». (p. 58-59) 

La reforma protestante no fue uniforme en las naciones europeas. En algunas naciones se mantuvo la forma de las estructuras jerárquicas de la Edad Media (aunque su fondo fuera transformado). Esto limitó algunos aspectos del desarrollo de la libertad de Cristo en esas naciones. Otras abrazaron y adoptaron un principio de transformación superior, más puro, más bíblico, más pujante, que produjo una transformación social más firme y variada.

SOLI DEO GLORIA

CONTINUARÁ…

Escrito por: Luis Sena, panelista del programa: “La Tertulia”, que se produce en nuestros estudios.


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