“¿Cuál es la edad ideal para casarme?” ¿Has hecho u oído esta pregunta?
Para responderla, no debemos centrarnos en la edad sino más bien en la madurez. No hay edad que podamos establecer como norma universal. Sin embargo, sí existe un estado ideal: La madurez.
Permíteme compartir contigo cinco verdades fundamentales que indican una buena madurez para entrar al matrimonio:
1. Separación.
El fundamento bíblico del matrimonio se encuentra en Génesis 2:24-25, confirmado por Jesús en Mateo 19:4-6. En ambos pasajes hallamos: “Dejará el hombre a su padre y a su madre…”.
El mandato está dirigido al hombre. Él es quién debe proporcionar las condiciones para desarrollar el matrimonio en separación de los padres. Luego de eso, puede unirse a su mujer y ser una sola carne.
Dejar a los padres es una condición esencial para formar una nueva familia, pero un error muy común entre los latinos, es casarse y vivir con los padres o los suegros. Eso es un gran peligro porque aumenta las fricciones y la invasión al matrimonio, prolonga la dependencia y la inmadurez.
Por tanto, si no estás listo para cortar el “cordón umbilical”, no eres un hombre maduro para liderar una nueva familia.
El hombre casado debe proveer para los suyos y dejar de depender de sus padres para hacerlo (1 Timoteo 5:8).
2. Dependencia.
La sujeción a Cristo es un requisito fundamental para el liderazgo en el matrimonio.
Si eres de aquellos hombres que les gusta repetir “seré la cabeza del hogar”, ¡ten cuidado! Ese ejercicio de autoridad solo lo harás a la manera de Dios siempre y cuando estés sometido a Él primero.
Tú y yo tenemos el mandamiento de someternos unos a otros en el temor de Dios (Efesios 5:21) y estar sujetos al gobierno de Cristo en nuestras vidas. No confundas autoridad con autoritarismo: Debes estar sometido al Señor primero.
Juan 15:5 contiene la clave para la vida cristiana: “Separados de mí, nada podéis hacer”. No serás una buena cabeza si crees que puedes hacerlo separado de la Vid Verdadera.
Si anhelas ser cabeza, debes hacerlo “como Cristo es cabeza de la iglesia”. Debemos edificar hogares firmes en dependencia total de la Roca, que es Cristo. Todo lo que edifiquemos aparte de Él, será débil e inestable.
3. Gracia.
Todos los matrimonios sin la gracia, van directo al fracaso. Por eso te recomiendo Cuando pecadores dicen: Acepto, de Dave Harvey. Es un libro excelente que te pondrá en perspectiva para el matrimonio.
La realidad es que soy mucho más pecador de lo que imaginaba. Mi consejero pre-matrimonial me dijo: “Nelson, si quieres saber cuán egoísta eres, cásate, verás el egoísmo en ti”.
Si no entras al matrimonio lleno de la gracia de Dios, cada pecado y cada diferencia con tu esposa(o) se transformará en “la tercera guerra mundial”.
¡Somos pecadores! Por eso debemos extender la gracia hacia nuestro cónyuge. Sólo en la gracia se puede vivir en armonía.
No tengo otros lentes para mirar a mi esposa: Gracia. Y sorprendentemente, ella me sigue amando y cuidando a pesar de mí. La única respuesta que encuentro para eso es gracia. Sin gracia, todos los matrimonios tarde o temprano fracasarán.
4. Diseño.
Un buen ejercicio que puedes hacer con tu novio(a) es que ambos, sin hablarse antes del tema, escriban en un papel una definición del diseño de Dios para el matrimonio citando pasajes bíblicos.
Recuerdo una ocasión en que predicando en la iglesia dije: “Pónganse de pie todos los jóvenes y señoritas que pueden citar 3 versículos bíblicos acerca del diseño de Dios para el matrimonio”. Ninguno se puso de pie. Luego, quieren tener novia(o) y casarse así.
Pero tú, ¿podrías hacer este breve examen con tu novia(o)? Quizás notarás que uno de los dos, o ambos, no saben cómo es una familia y un matrimonio de acuerdo al diseño bíblico.
La soltería es un tiempo ideal para aprender ese diseño sin las lágrimas de dolor con las que lo han aprendido algunos ya casados.
5. Quebrantamiento.
Por último, cuando estés dispuesto a trabajar y a sudar para que otros disfruten del fruto de tu trabajo; cuando estés dispuesto a congelarte para que otros reciban abrigo; cuando estés dispuesto a desvelarte para que otros puedan dormir; cuando puedas pasar hambre mientras otros comen, esa es la etapa de madurez espiritual… Allí es donde comprendes mejor el amor ágape (1 Corintios 13:1-7).
Cuando hayas sido quebrantado y tu orgullo crucificado, has avanzado a la madurez. Si no has experimentado las lágrimas del quebrantamiento espiritual, es mejor que postergues temporalmente la idea de casarte, hasta que el poder del Espíritu Santo destruya toda idea de que podrás edificar tu matrimonio y familia en tus propias fuerzas. (Gálatas 5:22-25, Romanos 6:1-14)
El momento ideal para el matrimonio nos llega de rodillas. Nos llega entre lágrimas y quebrantamiento, pero arraigados a la gracia, cuando hemos visto a Cristo precioso y misericordioso, enseñándonos a amar y dar gracia al estilo Suyo.
Resumen: El momento correcto para el matrimonio es cuando puedes iniciar una nueva familia en separación de tus padres, pero en entera dependencia de Cristo; cuando entiendes la gracia, el diseño de Dios y cuando has experimentado el quebrantamiento que te lleva a la humildad y la madurez espiritual.